Pichón de chef, pichón de cocinero, novato, aprendiz, pinche, esos son algunos de los apodos por los cuales seguramente todos los cocineros hemos sido llamados alguna vez en esa primera etapa del mundo de los fogones. Primera etapa donde al entrar al cálido clima de una cocina sentimos una mezcla de temores, alegrías, éxtasis, nervios, surge ese brillo en la mirada y cosquilleo en la barriga semejante a cuando estamos enamorados, enamorados de un oficio que requiere de gran dedicación y mucha vocación de trabajo.
Cocineros, pasamos más de la mitad de nuestro tiempo diseñando, congeniando, experimentando, estructurando y hasta soñando cada una de esas pequeñas obras de arte que cada día son servidas a nuestros comensales. Detrás de cada plato hay toda una cadena de procesos que lo llevan a ser lo que es!
Cocineros, entendemos el complejo idioma de los ingredientes, que con el tiempo se va haciendo más extenso y nos dota de la sabiduría para manipular cada ingrediente con excelencia: ingredientes de primera calidad + buena técnica = un plato perfecto!
Detrás de cada intento de plato perfecto hay un cocinero neurótico, detallista y hasta perfeccionista que se esmera por dar lo mejor de sí para complacer los exigentes paladares que degustan día a día ese intento de plato perfecto… plato perfecto… no sé si exista alguno, es un tema muy subjetivo, que como dice el refrán entre gustos y ¨sabores¨ no han escrito los autores.
Sabores, los cocineros con el tiempo vamos haciendo en nuestras mentes una gran biblioteca de sabores, sabemos que tal sabe la mezcla del jengibre con el cilantro, la trufa con la soya, el estragón con el ají dulce y hasta nos imaginamos texturas, colores y olores, solamente con cerrar los ojos un minuto podemos crear un plato, estructurarlo mentalmente y finalmente dibujarlo, pero, llevarlo a la realidad toma un poco más de trabajo.
Conozco maestros cocineros que con sólo colocar cada uno de los ingredientes en el plato logran verdaderas obras de arte, eso sólo se logra con el tiempo y cierta madurez gastronómica. También influye un poco el haber nacido con ese don de ser cocinero.
Cocineros, somos seres que vivimos en un mundo de mucho estrés pero a la vez muchos placeres, hoy en día ser cocinero puede ser para muchos sinónimo de ¨Rock Star¨ o ¨Diva¨, pero detrás de esas paredes que encierran los fogones, hay todo un mundo paralelo que se esmera por satisfacer exitosamente el hambre por el cual es atraído cada comensal a un restaurante.
Restaurante, como cocinero puedo decir que es mi primera casa, los cocineros somos como familia, y tiene que ser así, nos vemos las caras durante más de 8 horas al día y 6 días a la semana, es un oficio donde la interacción es uno de los principales ingredientes, vivimos para soñar, vivimos para cocinar, vivo para ser cocinero.
Enrique Augusto D`Lima
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